lunes, 19 de marzo de 2012

Domingo

Es temprano, y los primero rayos de sol empiezan a colarse por mi ventana, dándome de pleno en la cara y haciendo que entorne los ojos, todavía cansados, para mirar la hora y mis notificaciones. Nada, ningún mensaje tuyo. Hoy es domingo. Un domingo cualquiera vestido de inicios de primavera y olor a café recién hecho. Si hubiera sido ayer, problamente me habría vuelto a dormir, pero este domingo hace que mis ojos permanezcan abiertos, mirando a la nada por encima de la manta y preguntándome el por qué de todo esto, como desde hace un mes que estos pensamientos ocupan gran parte del día. Odio los domingos porque me recuerdan que se acaba lo bueno, y que dentro de nada llegará algo peor. Cómo cuando discutíamos.
Aunque bueno, en un día como hoy se podría ir a dar un paseo por la ciudad y perdernos, ir al cine y comprar un buen paquete de palomitas saladas, sentarnos en el sofá y ver Amelie, escuchar I’m with you, secuestrar nuestras ganas de salir de casa, hacer un atraco a la cocina, pasarlo simplemente hablando, jugando a ver quién aguanta mas mirando a los ojos del otro sin reírse, contando los lunares que tienes en tu cuerpo desnudo, y tener que ir a la cama pronto porque mañana es lunes…
                    Visto así, los domingos no están tan mal.