Su reloj marcaba las 14:55. Aún quedaban cinco minutos para que llegase la persona a la que tanto tiempo habia esperado.
La espera se le hacía eterna, los minutos parecían horas. Aun así, su sonrisa no podía borrarse. Llevaba desde la noche anterior intentando imaginar como sería el tenerlo cerca, escuchar su voz; intentaba imaginarse como sería estar entre sus brazos, imaginaba hasta donde podría llegar su felicidad al besar sus labios.
Después de una larga e incómoda espera, aquel tren repleto de ilusiones asomaba lejos de aquella estación. Sentia como su corazon latía extremadamente rapido, se acercaba el momento, ese momento que durante 1 año le hizo soñar como a una niña. Todo le daba vueltas, no sabía a donde mirar, ni siquiera sabía en qué pensar, pero de algo estaba segura, nunca antes había sido tan feliz.
Ahora él estaba ahí, frente a ella, y después de un buen rato mirandose, se abrazaron olvidando todo lo malo de sus vidas, pensando que ahora todo sería diferente.
Sin decir palabra, se cojieron de la mano y salieron de allí, con ilusión al caminar, con ganas de mostrar al mundo todo el amor que llevaban dentro.