Y seguimos así. Juntos, en silencio. Pero no silencio incómodo, simplemente sobran las palabras cuando hay tanto que decir. Nuestra respiración se acompasa, como si fuera sólo una. Mitad y mitad. Dos imanes inseparables. Polos opuestos. El latido de mi corazón aumente con el mínimo roce de su piel, y él se da cuenta. Me gusta. Siento su presencia de un modo extraño, podría llamarse mágico quizás. Siento su olor, y lo dejo guardado en mi mente, quiero recordar este momento.
Y ahí es, cuando me doy cuenta de que quiero despertarme todas las mañanas a su lado.